20.5.13

Cobos nos enseñó algo


Hace unos minutos sonó el teléfono en casa. Era una maquinita para responder una encuesta de interés social. A esta hora el rating no importa tanto. Me animé y la contesté. Básicamente las preguntas estaban orientadas a la oposición Argentina. Por un lado te pregunta si estás muy acuerdo con las decisiones del gobierno nacional, un poco de acuerdo o en desacuerdo. Te pregunta si ves en algún candidato opositor chances de seguir con el modelo, pero corrigiendo errores. Te pregunta si te parece que la oposición debe unirse para ganar las elecciones. Y muchas preguntas más, demasiadas. Deberían saber ya que la capacidad de atención de la ciudadanía es cada vez menor.
Pero mis pensamientos se detuvieron en esta pregunta: ¿debe unirse la oposición para hacer frente al oficialismo? ¿Se debe formar una nueva alianza? Y la sola pregunta me trajo a la cabeza a Julio Cleto Cobos, primero, y a la Alianza, después. Y se me erizo la piel.
¿Realmente queremos que se junten personas que piensan totalmente distinto sólo para ganar una elección y después volver a fraccionarse? Creo que para que se formen alianzas, tendría que ser un requisito, impuesto por la población, que estos elaboren una propuesta electoral conjunta, que deba ser cumplida, como todas las propuestas.
La Alianza se formó para derrocar al menemismo, y así nos fue. Cobos fue el vicepresidente de Cristina para mostrar pluralidad, para demostrar que este gobierno dialoga, que puede unir fuerzas con personas que piensan distinto, de fuerzas contrarias al peronismo. A la vista está el resultado: desde el día del voto “no positivo”, el vicepresidente se convirtió en el enemigo público número uno del gobierno, y el radicalismo, que lo había expulsado del partido por haberse unido a un gobierno peronista, lo recibió como quien recibe a un héroe.
Cobos nos enseño, con su ejemplo, que las Alianzas no son buenas. Que, como mínimo, los que se unen deben pensar parecido. Ver juntos a Hugo Moyano, Francisco De Narváez, Roberto Lavagna y José Manuel De la Sota, sólo me hace estremecer. Una vez leí que las minorías suelen unirse para vencer al poderoso, pero que luego de la elección vuelven al punto de partida, en el que se desprecian y quieren estar por encima de todos. El deseo de poder les hace obrar de maneras distintas a como piensan, de las que luego se arrepentirán. Y claramente, eso es “no positivo”.

3.5.13

La peor inseguridad



Los casos de Pablo García y el de Gianmarco Dolce ponen en los titulares de los diarios, nuevamente, el flagelo de la peor inseguridad que sufrimos los argentinos desde hace mucho tiempo: la inseguridad vial. Si bien no están en los titulares por las muertes causadas, sino por ser hijos dé, creo que es una oportunidad para convertir esos titulares en acciones que nos lleven a tomar decisiones, sobre todos a nuestros gobernantes, para cambiar la realidad.
Es una pena ver debates sobre de quién es la culpa en casos en que el accidente se produjo por negligencia de las víctimas y de los victimarios, ya que todo se evitaría si tan sólo se siguieran las normas de tránsito, elaboradas para salvar vidas, no para complicarnos nuestro transitar.
En los casos mencionados, ambos conductores alcoholizados siguen en libertad, pese a que manejaban con más del doble y del triple del límite permitido. No sólo que delinquieron al sobrepasarse en la ingesta de alcohol, sino que a causa de esto provocaron la muerte de terceros.
En su declaración, García asegura que todo se podría haber evitado si Reinaldo Rodas, la persona que atropelló y que murió, no hubiera estado circulando en bicicleta por Panamericana, ya que está prohibido. Es verdad, pero si García no hubiera consumido más alcohol del permitido, nada habría pasado. O sí. Pero ese sería otro caso.
Los datos que nos tienen que asustar
En el año 2012, según la Asociación Luchemos por la Vida, se registraron 7.485 muertes por accidentes de tránsito en la República Argentina. Esto significa 624 muertes por mes, es decir, 21 por día. Si las comparamos con las estadísticas de los países desarrollados, las nuestras son aproximadamente seis veces mayores.
Esos datos se ven en el andar de los vehículos por las calles: la mayoría avanza con la luz amarilla, la mayoría estaciona donde no se puede, circulan vehículos que no deberían, los límites de velocidad no existen, los carriles no se respetan, las motos hacen lo que quieren, los peatones no pueden cruzar por las sendas, o cruzan mal por el medio de la calle, y así se pueden llenar hojas de palabras, de todo lo que se hace mal. Pero lo que se necesita es otra cosa.
Es el momento de actuar
Parece mentira que un conductor que mató, que se comprobó que estaba alcoholizado, esté libre. Claro, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Pero, al menos en los casos mencionados, lo contrario fue demostrado: había ingerido más alcohol del permitido por Ley vigente. Más allá de que se puede o no circular en bicicleta por ciertas arterias, el nivel de alcohol en sangre tiene un límite, que no se puede sobrepasar.
En lo que a inseguridad vial respecta, las sanciones son mínimas y no hay dudas de que deberían elevarse. No sólo para los casos donde haya muertes de por medio, no hay que esperar a tanto. Se debe penar con días de cárcel, quita de registro y con multas del valor del vehículo conducido. No se puede permitir estacionar donde a cada cual se le antoje. Las leyes están para ser cumplidas, no para que cada uno las interprete a su conveniencia. El delito de uno no es menor al delito del otro.

17.4.13

Políticas o políticos, esa es la diferencia


En la argentina de hoy, los votantes, al menos muchos de ellos, se dejan influenciar fácilmente por los medios masivos de comunicación. Pero aquí, lo fundamental, es que se tomen el tiempo necesario de leer la realidad, de informarse, y de votar. No ir al cuarto oscuro, meter un papelito en el sobre y que sellen el DNI, hablamos de votar.
Un pequeño repaso
Durante mucho tiempo la Argentina se dividió entre radicales y peronistas y si bien este no es lo correcto, estaba socialmente aceptado ya que eran las dos grandes fuerzas políticas de los últimos 50 años. Ahora bien, al llegar el desinterés social por la política con la fiesta privada de los ’90 seguido de la crisis del 2001, nuestro país se encontró con un nuevo dilema: la política ha muerto, que se vayan todos.
Luego de un breve período donde asumieron y desertaron cuatro presidentes, llega al poder el gran perdedor de las elecciones de 1999: Eduardo Duhalde. Las políticas aplicadas fueron crudas, como un electroshock al corazón que dejó de funcionar. Lastimaron las zonas más débiles, pero le dieron una chance de recuperarse a los sectores más fuertes de la economía. Hizo lo que había que hacer para resucitar el mercado, el trabajo sucio.
El quiebre
Con más dudas que certezas, esa crisis causó, según Clarín, dos nuevas muertes; y ya nada sería igual. Adelanto de elecciones y más de lo mismo: candidatos repetidos o ignotos desconocidos que no lograban obtener mucho crédito. El candidato oficialista, con la caja bajo el brazo logró apenas un tercer puesto, detrás del voto bronca (en blanco) y del único presidente democrático en terminar dos mandatos de nuestra historia. Ballotage.
No ballotage. El viejo conocido no quería perder de forma abrumadora y prefirió abandonar la contienda. Carlos Néstor Kirchner se convertía así en el nuevo presidente de los argentinos. Un discurso prometedor que no cambio la visión negativa de la población,  política sigue siendo una mala palabra.
Mentiras verdaderas
Pero este sureño no mintió, dijo que no había llegado hasta acá para dejar sus principios en la puerta, y no lo hizo. Con una política económica de tinte keynesiano, dispuso el timón hacia la fuerte inversión pública, a estimular el consumo, las exportaciones y aumentar el empleo. Y esa misma política continuó con Cristina a partir de 2007.
Los números ratifican que la elección fue la correcta: el desempleo bajo hasta estancarse en un dígito, el crecimiento económico apenas se vio afectado por la crisis mundial que comenzó en 2008, sin embargo nunca se detuvo; records de cosechas, de producción de autos, de consumo, de recaudación impositiva, de las reservas del Banco Central, de la baja de la deuda externa.
Saliendo de lo económico las políticas de derechos humanos fueron el mejor reflejo de este gobierno, desde descolgar los cuadros de los genocidas de la ESMA hasta juzgar a los artífices de la mayor tragedia ocurrida en nuestro país. La decisión de no reprimir logró el dialogo con los movimientos piqueteros, llegando a comprender cuáles eran sus reclamos reales y ofreciendo soluciones concretas.
La recomposición salarial aplicada a los jubilados y pensionados, la oportunidad de jubilarse a cerca de dos millones de personas, el restablecimiento de paritarias para los trabajadores, la Asignación Universal por Hijos (AUH), la estatización de los fondos a la ANSES, la protección de la industria nacional por sobre todas las cosas, la continua generación de empleo y muchas medidas más.
¿Qué votamos?
Pero todo esto, TODO esto se debe a saber aplicar medidas político-económicas adecuadas, medidas ya pensadas por alguien, pero llevadas a la realidad por estos políticos. Y en este año, esto es justamente lo que debemos elegir: POLÍTICAS, no políticos. Votemos ideas, votemos propuestas, votemos con nuestra cabeza. Sepamos porque votamos.

* Publicado en 2011 en un blog propio ya dado de baja

El difícil arte de entender

El periodismo es una profesión que se basa en escuchar, digerir y comunicar hechos relevantes según principios noticiosos. ¿Principios noticiosos? El manual indica ciertos principios de importancia, cercanía, de multitud, de la mayor cantidad de gente afectada... pero como todo, se puede pasar por alto lo que no se quiere informar o lo que no conviene informar.
El periodismo es una herramienta de poder, algunos dicen que es el cuarto poder, otros dicen que es la herramienta del verdadero poder para mantener las cosas como están. Seguramente vieron en diferentes publicaciones donde página tras página hay noticias, pero de pronto, aparece una "nota" que en realidad no lo es, sino que es publicidad. Y confunde. Pero lo que más confunde, al consumidor de noticias, es la manipulación de la información, la transformación de los hechos, la interpretación de los hechos según intereses privados y no públicos.
El periodismo tiene que mantener la subjetividad en el punto más bajo posible. El periodista debe intentar informar, intercambiar ideas consigo mismo y con el resto, no conformarse con "verdades" fáciles, ir un poco más allá de lo que se habla en radio pasillo. El periodista tiene una gran responsabilidad: es el vocero del pueblo. Debe preguntar todo, no dejar nada por sabido. Y debe ser claro, su lenguaje debe ser entendido por todos.
Este es un año más que importante, tanto en el ámbito político como en el periodístico. Por un lado tenemos la re-confirmación de un modelo puesto en duda por los medios más importantes o la destrucción parcial de lo hecho hasta ahora por una oposición diversa y contradictoria y el consecuente surgimiento de una nueva fuerza que comande las políticas públicas; y por otro, tenemos la batalla mediática de las empresas de medios más importantes de los últimos 50 años frente a pymes y grupos surgidos en los últimos años vinculadas al oficialismo.
Justamente aquí es donde el ciudadano tiene que ajustar la mira para poder discernir sobre lo real y lo falso, tiene que reclamar los argumentos necesarios que justifiquen lo dicho por cada uno de estos sectores con intereses opuestos. Desde ya que no hay verdades absolutas y que todo puede ser argumentado, pero en el argumento está la verdad de la milanesa, es donde se pueden vislumbrar los verdaderos intereses de quien habla. El sí porque sí, el no porque no, el ataque continuo, la falta de ideas, la crítica constante, tienen que pasar por alto al ciudadano despierto.
Y por último, se debe leer todo. No hay que cerrarse en leer sólo lo ideológicamente similar a nosotros. Debemos leer Tiempo Argentino y Clarín, La Nación y Página/12, El Argentino y La Razón; así cada uno de los medios que tengamos a nuestro alcance. Se viene una dura batalla político mediática, que tiene un claro objetivo: el voto de cada uno de nosotros. Va a ser cruel, va a ser dura y, como en la guerra, vale todo. No es fácil, pero debemos estar atentos para distinguir la realidad de la mentira, la manipulación de la ignorancia, debemos entender lo que nos dicen y no sólo asimilarlo y repetirlo.

* Publicado en 2011 en un blog propio ya dado de baja

27.3.10

Individualidades futbolísticas

A poco más de 70 días para el evento más importante del fútbol mundial, los candidatos comienzan a asomar de la mano de sus principales figuras. Si bien a primera vista uno puede suponer que mientras mejor sea el momento del futbolista más fácil será completar la lista jugadores que representen a cada nación, muchos técnicos van a tener serios problemas para trasladar el buen momento de los jugadores en sus clubes a la selección.
Sobran casos de jugadores extraordinarios que brillaron en sus clubes, pero cuando se ponen la camiseta más pesada, su rendimiento baja de manera notable. Actualmente, las figuras más importantes del fútbol mundial (Messi, Ronaldo, Kaka, Rooney) no logran igualar el rendimiento que demuestran con su club en la selección.
Generalmente las expectativas superan todos los resultados. Esta exageración pre-mundialista nos hace caer en errores; por ejemplo, comparar al Messi de hoy con el Maradona del ’86 es demasiado prematuro. Si bien Lío promete incluso más que el Diego consagrado, aún tiene mucho que demostrar.
El gol de Messi al Getafe es sólo comparable al de Maradona a los ingleses para aquel que no sabe de fútbol, y el porque es muy simple y no busca ofender a nadie, pero cualquier entendido del balompié sabe que los jugadores del Getafe no son de selección y lo que esta en juego es muchísimo menos relevante, para el jugador (y para el público) que un mundial de fútbol.
Todos esperamos que el próximo mundial sea el mejor de la historia, pero todos deseamos que nuestra selección sea la que vuelva a casa con la Copa, más allá de cualquier rendimiento individual, más allá de cualquier jogo bonito .

30.1.10

En contramano de las realidades

Desde que mi vecina del decimo piso colocó un aire acondicionado, dormirme comenzó a presentar algunas dificultades. Acostumbrado a levantarme con tiempo, ahora corro para poder subir al primer colectivo que me acerque algunas decenas de cuadras al segundo transporte público que me lleva, finalmente, a pasos del edificio donde cambio mi fuerza de trabajo por dinero de curso legal.
Las instalaciones de estos artefactos enfriadores de ambientes privados afectan notablemente al que no aprovecha de sus beneficios. El desagote puede convertirse en una provocadora molestia que puede sensibilizar nuestros nervios, logrando que el sólo hecho de intentar conciliar el sueño se convierta en una pesadilla.
Llueve y no ayuda. El malhumor matinal se ve potenciado por la altísima posibilidad de pisar una baldosa que moje nuestros pantalones o que, quizás, por esquivar una de estas bombas de agua camufladas, enchastremos nuestros calzados, así como nuestras narices, con excremento de perros. También gracias al propietario del can conseguiremos alguna que otra mirada de fastidio por el olor acarreado. Y recemos porque nos toque un caniche o algún salchicha.
Primera prueba superada. Llegué a la parada del 55 sin traer conmigo nada que no lo sea. La impredecible espera llega a su fin cuando el colectivo rojo dobla, sin previo aviso, sobre la esquina de Formosa y la Avenida José María Moreno. Subir no es un problema, sólo implica ubicarse correctamente entre la gente y donde cierra la puerta. Es como el Tetris y, ¿quién no jugó al Tetris?
A las pocas cuadras, un Vectra plateado comandado por otro “Pechito López” con carnet de conducir tramitado en la ventanilla de la esquina, que se ubico en la fila del semáforo para doblar a la izquierda de la avenida se arrepiente y, justo enfrente del mamut de las calles porteñas pintado de rojo con detalles en negro, decide retomar el tránsito que lo lleve al destino que motivo su desacierto. El enojo del domador de la bestia, esta vez, es justificado. No por mí, sino por todos los que estamos amontonados a su alrededor por obligación laboral. “Maneja cada pe… en este país”, dice una señora sin pelos en la lengua. Todos asentimos. Nosotros no manejamos, al menos esta vez.
Este primer tramo del rally hasta el trabajo llega a su fin. Es como la vuelta previa de las carreras de automóviles, corta pero lenta. Bajo por la puerta de adelante. Eso no se hace, pero estoy amenazado por la posibilidad de sufrir un aplastamiento humano. Las dos cuadras que separan ambos transportes son apenas segundos comparados con la posible espera. Esta vez las posibilidades son mayores, son dos los colectivos que puede llevarme hasta mi trabajo. Cruzo a mitad de calle (mal), tocan bocina. Levanto mi mano derecha pidiendo disculpas. Él sólo me levanta un dedo.
Al segundo trayecto lo disfruto, de alguna manera, pese a que es mucho más largo. Leo noticias, escucho la radio, generalmente voy sentado. No es placentero, pero es ameno. Llego a mi destino, espero que no sea el final. Rezaría porque no lo sea. Me disfrazo de bancario y comienza mi jornada. Si bien no es entretenido, este medio de sustento debe ser uno de los más apacibles: siete horas y media, cuarenta y cinco minutos para reponer energías, ambientes refrigerados y tareas de oficina.
La jornada comienza sin mayores sobresaltos. Y continúa de esta manera hasta el final de la atención al público. Si, sólo tenemos cinco horas de trato cara a cara con el cliente. Pero no todo es color de rosa. Excepciones hay en todos lados, y quizás no a todos les moleste. Sobre todo a los exencionados. Es típico encontrar en este trabajo al que se te acerca pidiendo datos, intentando evitar sacar el número obligatorio para todos. Y son esos mismo los que, al notar que otro recibió alguna atención personalizada, salen con los tapones de punta acusando y regañando al empleado, preso de una situación a la que no le gustaría pertenecer.
No recuerdo quien lo dijo, pero apoyo al movimiento secreto y anónimo contra las excepciones de los habitantes de este planeta, salvo las obvias. Aunque lo que se daba por norma social debe reverse, por cada uno de los que desean vivir en sociedad, para llegar a una nuevo acuerdo que satisfaga a la mayoría. Tampoco es que todo pasado fue mejor, desde ya que no, pero tampoco el presente es tan bueno como para conformarse. Todavía faltan varios pilares sociales obligatorios para una convivencia propia de un grupo de personas en un mismo espacio físico predeterminado.
El reloj marca el horario de salida y mi tiempo no debe perderse en otra cosa. Llamo a mi novia, la noto enojada. Un antisocial irrespetuoso le grita cosas por la calle. Lo manda a la mi… . El imberbe se enoja, ella no lo puede creer. “¿Nos vamos de este país?”, me dice. Pienso lo pensado en otros momentos. Razono. Hay miedos, pero cada día pierden terreno frente a las irracionalidades urbanas, sociales.
A veces pienso y siento que voy a contramano de la sociedad, cada vez que cruzo por la esquina, o que tiro los papeles en los cestos de basura, que dejo los asientos reservados para personas disminuidas físicamente sin haber siquiera pensado en ocupar su lugar, o la larga lista de pactos sociales que individualmente se pasan por alto, creo que actuar correctamente no es ser social, sólo nos convierte en excepciones de la sociedad. Hay días que también surge otro miedo, convertirme en uno más, formar parte de los imberbes antisociales.

25.11.09

Mediatización humana


Como las drogas que no son drogas, sino que producen un efecto placebo, la televisión genera sensaciones en las personas que la ven, que se parecen a las de la vida real, pero no lo son.
Entretenimiento. La televisión fue mutando a través del tiempo. Los noticieros, encargados de informar audiovisualmente, entretienen. No informan.
Discutir si la audiencia ve lo que el canal emite o si el canal emite lo que la gente quiere consumir, es casi como la discusión del huevo y la gallina. Y digo casi porque en el primer caso puede haber opiniones, en el segundo sólo pruebas.
La gente mira, porque no tiene otra cosa que hacer. El show le gano a la calidad en todos los sentidos, incluso en el deporte. Sobre todo en el deporte. Y el show se volvió mediocre, de a poco, pero casi de repente. Se pobló la pantalla chica de personajes que no tienen motivo, argumentos y/o cualidades para estar ahí. Y son estrellas. Y la gente lo consume. Y habla de ello como antes hablaba de otras cosas. Le importa. O no. Pero habla. Todos hablan. Todos miran. O no. Costumbres argentinas de ver lo que otros hacen y criticar, y opinar, y no hacer, pero saber. Lunes por la madrugada, prendo el televisor y no veo nada. Mañana termina la novela, ¿que voy a hacer? Por suerte empieza otra, sino que sería de mí.

22.11.09

Está prohibido reírse

Todo fue muy rápido. El día anterior lo habían apresado. Amenazar al Presidente no se puede pasar por alto. Sin pensarlo dos veces dictaminaron su sentencia y el 1° de febrero de 1931 fue fusilado frente a la atenta mirada de periodistas, policías, testigos, curiosos y verdugos. “¡Viva la anarquía!” grito antes de los disparos. “Venda no” había dicho segundos antes, para intimidar a los ejecutores. Para mirarlos a la cara y plantarse sobre sus ideas, más vivas que nunca pese a que lo llevaron a la muerte.
Uno de los periodistas de ese día fue Roberto Arlt, quien retrató los últimos minutos de la vida del anarquista Severino Di Giovanni con lujo de detalle, con esas particularidades que sólo algunos pueden percibir ante tamaña situación como debe ser presenciar la muerte en vivo. Detalles que los grandes escritores pueden ver, pensar, imaginar. “El condenado camina como un pato”, escribe. “Algunos espectadores se ríen”, agrega. Ve todo; en su conjunto y un poco más.
Di Giovanni se exilió en la Argentina en 1922, escapando del fascismo de Mussolini. Pero el problema eran sus ideas, no el lugar donde las profesara. Y aquí también tuvo que escapar continuamente para no ser apresado. Es que el problema no es sólo lo que podía pensar, sino que, como escribió él mismo horas antes de ser asesinado, eligió la lucha, enfrentarse a la sociedad, ser un hombre peligroso. Se le adjudican varios atentados como la voladura de la Embajada de Estados Unidos en Argentina y la del consulado Italiano en Buenos Aires, en la que mató a siete fascistas cercanos a Mussolini.
Severino murió por anarquista. Por enfrentarse al enemigo más poderoso: el Estado. Fiel a sus ideales, promovía el autogobierno, la autopropiedad de las personas. No quería que le digan lo que tenía que hacer. Y lo hizo saber. Con la dinamita en una mano y los libros de Bakunin y Malatesta en la otra, Con Sacco y Vanzetti en la memoria reciente, Severino marchó con la frente en alto contra el sistema que mataba a la gente que pensara como él.
Ese día, hace 78 años, pidió un último deseo: un café bien dulce. Y hasta eso rechaza al grito de “¡pedí con azúcar!”. La Penitenciaría Nacional, esa que estaba donde ahora se encuentra el Parque Las Heras, aguardaba el momento. Todavía no salía el sol del domingo cuando, de a poco, iban llegando los espectadores.
El señor de frac con zapatos de baile, Gauna, Álvarez, González Tuñón y Gómez preparan la tinta. Los disparos resuenan, ocho de ellos dan en el cuerpo del anarquista. El escritor mira, ve en cámara lenta. Acaso de que otra forma puede ver tantos detalles. El eco de la voz de Severino todavía late en los oídos. La inmortalidad lo espera, como a sus ídolos, para convertirlo en un referente, en un ejemplo para los anarquistas.

Realidad inoportuna


Cuando la realidad se torna ficticia, deja de serlo; pero, ¿cuál es la realidad?
Por Juan I. Muela
The Truman Show Dirección: Peter Weir. Guión: Andrews Niccol. Estreno en Argentina: 22/10/1998.
Todos somos Truman. O acaso nunca imaginaron que están complotados en su contra y hacen todo con un fin determinado. Es un complot, de la realidad. Desde la primera escena el director nos muestra hacia donde se dirige: un reflector que cae en medio de la calle cuando el protagonista saluda a sus vecinos. Nadie se da por aludido, salvo Truman. Luego, camino al trabajo, en la radio le informan que un avión perdió partes cuando sobrevolaba Seaheaven.
Él es un tipo normal, con sueños, trabajo y esposa. Nada fuera de lo común. Clase media gracias al trabajo como asegurador de él y el trabajo de enfermera de ella, un auto, la casita, la idea de viajar a Fiji. Sólo la idea, porque las puertas se le van cerrando a medida que intenta avanzar. Pero sospecha.
Sin embargo, El Show de Truman no es sólo búsqueda. También hay un amor de la secundaria que no hace otra cosa que motivar esa búsqueda. Porque el amor mueve fronteras. Truman derriba muros.
Sin dudas que es una película para ver. Y aunque hoy se cumplen 11 años de su estreno en nuestro país, es de esas películas atemporales que pueden proyectarse en cualquier época y dirá mucho. Como crítica social, como historia de amor, como idea original.
Nuestra opinión: Excelente
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